Desde pequeña tenía claro que mi profesión ideal estaba ligada a la rama sanitaria. Enfermería y psicología rondaban en mi cabeza, hasta que finalmente me decanté por estudiar psicología en la Universidad de Málaga. 

Tras terminar la carrera me fui a Bilbao y comencé a prepararme el examen para ser PIR (Psicólogo Interno Residente) y poder trabajar en organismos públicos. Tras dos años de dedicación máxima al estudio, echaba mucho de menos el trabajo de campo. Necesitaba conectar de nuevo con la psicología, sentirla y no solo leer y leer sobre ella. 

Comencé mi formación en Terapia Sistémica y me sumergí enteramente en ella, transformándome en Experta en Intervenciones Sistémicas. Allí mismo tuve la oportunidad de hacer prácticas en varios centros de Bilbao colaborando en centros de autismo, consultas privadas de psicología y ONGs.

Como lo de dejar de formarme parece que no es para mí, al mismo tiempo estuve cursando un máster universitario en Terapias de Tercera Generación y comencé el Máster Universitario en Psicología General Sanitaria. Pero no todo va a ser estudiar y estudiar, así que de repente ¡llegó la oportunidad de trabajar como psicóloga y hacer lo que siempre he querido hacer! Ayudar.

Fue una época de mucho ajetreo. De ir creciendo como psicóloga y profesional, he aprendido mucho sobre psicología, pero más sobre mis pacientes y sobre mí misma. Por mi consulta han pasado personas únicas con diferentes dificultades a las que hacer frente y para mí ha sido un honor poder acompañarlas en sus caminos.

Pero como os comenté al principio, hace unos meses me di cuenta de que necesitaba más rayitos de sol e hice las maletas. Regresé a mi queridísima Málaga natal y comencé nuevos proyectos. Además, continúo acompañando a personas que atraviesan situaciones difíciles desde varios centros de la ciudad y online. 

Me siento muy afortunada de poder dedicarme desde hace varios años a lo que más me motiva: ayudar a personas únicas a superar sus dificultades y alcanzar una vida más satisfactoria.