23/01/2024

Miedo: origen y superación

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El miedo, una emoción frecuente y común en todos, no obstante definirla puede llegar a ser un desafío. Aunque estamos familiarizados con la sensación que provoca, resulta complicado precisar exactamente qué lo origina.

Esta intensa emoción tiene el potencial de ser un obstáculo para asumir riesgos, limitar nuestro progreso e incluso impedirnos alcanzar nuestras metas. Sin embargo, es crucial comprender que el miedo no debe controlar nuestras vidas y que tenemos la capacidad de aprender a superarlo.

En la presente entrada del blog, exploraremos la naturaleza del miedo, indagaremos en su origen y ofreceré algunos consejos y estrategias para afrontarlo de manera efectiva.

¿Qué es el miedo?

El miedo, una emoción fundamental y universal, se activa cuando percibimos peligro, ya sea real o imaginario. Esta respuesta, arraigada en nuestra supervivencia, se desencadena tanto por estímulos concretos como por pensamientos amenazantes. Es crucial entender que el miedo no es un enemigo, sino un aliado valioso. Su propósito es informarnos, protegernos y ofrecernos conocimiento sobre lo que percibimos como peligroso, permitiéndonos aprender a gestionarlo.

La función esencial del miedo es garantizar la supervivencia humana. Sin él, podríamos adoptar comportamientos arriesgados y carecer de una respuesta adaptativa ante situaciones peligrosas. No obstante, surge un problema cuando esta emoción se desencadena frente a situaciones o síntomas que no representan un peligro real.

Experimentar miedo puede llevarnos a un estado constante de activación, generando malestar y frustración en situaciones que teóricamente deberían ser relajantes. Aunque la tentación de aliviar temporalmente el miedo mediante la huida puede proporcionar alivio a corto plazo, a largo plazo esta estrategia puede empeorar la situación. En última instancia, comprender el papel del miedo como un mecanismo de protección nos capacita para enfrentar los desafíos de manera más informada y equilibrada, promoviendo una adaptación saludable ante los peligros reales.

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Función del miedo 

Como ocurre con todas las emociones, el miedo desempeña una función adaptativa esencial. Su principal objetivo consiste en asegurar la supervivencia humana, actuando como una alerta ante situaciones potencialmente peligrosas y movilizando los recursos disponibles para hacer frente a dichas circunstancias. 

La forma en que cada persona responde al miedo puede variar, y esta respuesta puede cambiar dependiendo de la situación y el momento específico. En líneas generales, al experimentar miedo, las reacciones comunes incluyen la tendencia a buscar escape o huida, la paralización frente a la amenaza percibida o confrontar directamente el estímulo que genera temor.

Tipos de miedo

Exploraremos los dos principales tipos de miedo antes de abordar estrategias para superarlo: el miedo razonable o fundamentado, y el miedo no razonable, sin base o patológico. Veamos ambos con detalle:

– Miedos adaptativos/funcionales:

La respuesta de miedo funcional se produce  ante situaciones objetivamente peligrosas emergiendo como una emoción beneficiosa que nos capacita para sobrevivir y resguardarnos. Durante este estado, nuestra atención se enfoca plenamente en el peligro y la supervivencia, retornando gradualmente a la calma una vez que la amenaza desaparece. Por un lado, se considera que el miedo es normal y adaptativo cuando facilita la movilización de recursos y la confrontación con un estímulo, mostrando una duración breve que no afecta significativamente la rutina diaria. 

– Miedos desadaptativos/disfuncionales:

En los miedos patológicos o disfuncionales, la aparición inmediata del miedo se da cuando se presenta el estímulo o síntoma no peligroso temido, persistiendo hasta que abandonamos la situación o desaparece el objeto temido. Esta respuesta carece de racionalidad, ya que las emociones experimentadas no se ajustan a la situación real, distorsionando nuestra percepción objetiva de un peligro inexistente.

Los miedos patológicos tienen diversas causas. En algunos casos, el desconocimiento puede generar miedo hacia algo que no es peligroso, como síntomas fisiológicos no amenazantes pero desconocidos (hipoglucemia, bajadas bruscas de presión, hiperventilación, postoperatorio, etc.). Además, las variables predisposicionales, como una tendencia a exagerar o interpretar de manera catastrófica, pueden influir en la aparición de estos miedos.

Seguir modelos equivocados en nuestro entorno también puede contribuir, especialmente si los modelos son catastrofistas o sobreprotectores. Finalmente, el «miedo al miedo» puede generar un ciclo perpetuo de temor a los propios síntomas del miedo, llevándonos a sentirnos perdidos sin saber cómo afrontar la situación. Identificar estas razones es fundamental para abordar y superar eficazmente el miedo patológico.

¿Cuál es la diferencia entre miedo y fobia?

Aunque miedo y fobia comparten una asociación, son conceptos distintos. El miedo, por un lado, constituye una respuesta natural y adaptativa ante una amenaza real. Por ejemplo, al encontrarse con un oso durante un paseo por el bosque, es esperado sentir miedo, ya que enfrentamos un peligro tangible.

En contraste, la fobia representa un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo intenso, irracional y persistente, desproporcionado al peligro real asociado con el objeto, animal, situación o actividad temida. Según un artículo de Learning & Memory, quienes sufren de fobias evitan los estímulos fóbicos a pesar de que no representan una amenaza evidente.

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Consejos para afrontar los miedos

A continuación, exploraremos algunos consejos clave para llevar a cabo un afrontamiento exitoso de tus miedos:

  • IDENTIFICA. El primer paso para superar tus miedos implica una identificación consciente. Reflexiona sobre aquello que te genera aprehensión, ya sea hablar en público, enfrentar alturas o el temor al fracaso. Aborda cada miedo de manera individual, sin sentir la presión de enfrentarlos todos a la vez.
  • IDENTIFÍCALO EN TÍ. Las emociones son parte fundamental de la experiencia humana, pero a menudo carecemos de enseñanza sobre cómo reconocerlas y manejarlas. Desarrollar la habilidad de identificar precisamente cómo se manifiesta cada emoción en nosotros, especialmente el miedo, es crucial. Desde lo físico hasta lo cognitivo, familiarizarte con estas manifestaciones específicas establece las bases para gestionarlas efectivamente. Síntomas:

– A nivel físico: tensión muscular, apertura de los ojos, gritos, contracción del cuello, presión en los párpados.

– A nivel fisiológicas: aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, dilatación de las pupilas.

– A nivel cognitivo: pensamientos e imágenes angustiantes.

  • ACEPTA. Es probable que cuando te enfrentes al malestar, la reacción instintiva sea evitarlo, suprimirlo y actuar como si no estuviera presente. Reconocer este patrón es el primer paso hacia un cambio significativo. En lugar de eludir o disfrazar el malestar, permítete sentirlo y acepta que, en ciertas circunstancias, experimentamos emociones desagradables. Aunque pueda resultar incómodo, es fundamental reconocerlas y prestarles atención en lugar de ignorarlas. Este acto de aceptación se convierte en un componente crucial para abordar y manejar las emociones negativas de manera saludable.
  • PRACTICA LA VISUALIZACIÓN. Imagina superar tus miedos. Una estrategia altamente efectiva para vencer el miedo consiste en visualizarte enfrentándolo con éxito. Al hacerlo, puedes transformar la perspectiva de la situación y adoptar un enfoque que te permita gestionar el miedo desde una nueva óptica. Este ejercicio de visualización puede ser una poderosa herramienta para cambiar la percepción y sentir que tienes el control sobre tus miedos.
  • PRACTICA LA RELAJACIÓN. La respuesta al miedo activa nuestra fisiología. Antes de abordar la raíz del temor, emplea prácticas de relajación como la respiración diafragmática o la relajación muscular para reducir su intensidad. Selecciona la técnica que te resulte más cómoda y efectiva para disminuir la intensidad del miedo antes de enfrentarlo de manera más focalizada.
  • EXPONTE. Si has logrado identificar que lo que experimentas es miedo y te has percatado de que esta respuesta es desmesurada, dado que no hay un peligro evidente, te insto a enfrentarlo y exponerte a la situación. Este acto puede servir como un medio para que tomes conciencia de tu potencial y de tu capacidad para superar los desafíos.

Evitar aquello que te genera miedo, siempre y cuando no implique un riesgo real, resulta contraproducente. En situaciones donde no hay un peligro tangible, evitar enfrentar el miedo puede intensificarlo. Por ejemplo, si sientes temor al hablar en público, la tendencia a evitarlo solo contribuirá a que ese temor crezca, bloqueándote

Pero si decides exponerte a tu miedo es muy importante que lo hagas de la siguiente manera: 

    • Establece objetivos realistas. Define metas alcanzables y dividelas en pasos manejables. Esto te ayudará a avanzar de manera progresiva y a evitar sentirte abrumado.
    • Da pequeños pasos. La exposición gradual es clave. Si un miedo te intimida, comienza con interacciones más pequeñas. Cada pequeño paso te acercará a superar por completo el temor.
    • Concédete crédito.  Reconoce y celebra cada avance, no importa cuán pequeño sea. Esto refuerza positivamente tu progreso y fortalece tu motivación.. 
    • Evita comparaciones. Cada persona es única. Evita compararte con los demás y enfócate en tu propio viaje y logros. La superación de miedos es personal y avanzar a tu ritmo asegura un crecimiento sólido.
  • PIDE AYUDA. Superar los miedos no es tarea fácil, y en muchas ocasiones, contar con la guía de un profesional puede marcar la diferencia. Un experto externo puede orientarnos sobre cómo enfrentar nuestros temores y avanzar paso a paso. No estás sola en la lucha contra esos miedos que te limitan. Sé valiente y busca la ayuda que necesitas.

Si sientes que te cuesta mantener enfrentarte al miedo y quieres trabajar en ello, ponte en contacto conmigo a través del correo electrónico info@psicologiacarmengomez, llamándome al número 623986449 o enviándome un mensaje de WhatsApp. Si no te lo cojo, es que estoy en terapia. Te devolveré la llamada en cuanto tenga un hueco. Estaré encantada de ayudarte en este proceso, ya sea en Fuengirola, Málaga u online.

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